Autores: Arturo Ramírez-Miranda, Scarlett A. Carrete-Corral
Gustavo Ortiz-Morales, Alejandro Navas, Enrique Graue-Hernández
Departamento de Córnea y Cirugía Refractiva, Instituto de Oftalmología “Conde de Valenciana”, Ciudad de México.
La neovascularización corneal representa un desafío significativo en la salud visual global debido a sus severas complicaciones, que incluyen cicatrización estromal, queratopatía lipoidea, daño nervioso y, en casos más graves, opacificación corneal que compromete el eje visual. Este último, siendo la segunda causa más frecuente de ceguera a nivel mundial, subraya la importancia de abordar esta patología desde una perspectiva tanto clínica como investigativa.
El proceso subyacente de neoangiogénesis, caracterizado por la invasión de vasos provenientes del limbo hacia la córnea, no solo altera la transparencia del tejido corneal, sino que también incrementa el riesgo de rechazo en pacientes sometidos a trasplantes. Pese a la variedad de opciones terapéuticas disponibles, como el uso de corticosteroides, inhibidores del factor de crecimiento endotelial vascular (anti-VEGF) y técnicas quirúrgicas, los resultados clínicos han sido limitados, mientras que los efectos adversos siguen siendo una preocupación recurrente.
En este contexto, la búsqueda de tratamientos innovadores ha llevado al desarrollo de nuevas estrategias, como la quimioembolización intravascular con mitomicina C. Este enfoque, que combina principios de farmacología y técnicas microvasculares, tiene como objetivo inducir necrosis isquémica en los vasos afectados y frenar el avance de la neoangiogénesis. Este artículo explora los fundamentos, alcances y perspectivas futuras de esta prometedora técnica, que podría redefinir el manejo de la neovascularización corneal y ofrecer una esperanza renovada para millones de pacientes en riesgo de perder la visión.
Se diseñó un estudio piloto, prospectivo, no aleatorizado e intervencional, en el Instituto de Oftalmología Fundación Conde de Valenciana, en Ciudad de México. Incluyó a ocho pacientes mayores de 18 años con neovascularización corneal sin tratamiento actual y estable en los últimos seis meses. Tras un examen oftalmológico integral y bajo anestesia local y antisepsia, se identificaron los troncos vasculares más anchos adyacentes al limbo y se inyectaron con 0.1 mL de mitomicina C al 0.01%, utilizando una aguja ultrafina de 6 mm y 32 gauge. El seguimiento incluyó cuatro citas en los primeros dos meses y una cada seis meses, evaluando la reducción de la neovascularización, mediante fotografías estandarizadas y el conteo de píxeles ocupados por vasos invasores.
El tratamiento se aplicó en ocho ojos, con edades de los pacientes entre 17 y 64 años. La queratitis herpética fue la etiología más común en el 75% de los casos, y el eje visual estaba comprometido en el 75%, además de presentarse queratopatía lipoidea y cicatrización estromal. Después de 420 días de seguimiento, se observó una mejora en la agudeza visual en el 75% de los pacientes, con una disminución de al menos una línea en la cartilla de Snellen. Los vasos invasores se redujeron de 5,980 a 2,060 píxeles, aproximadamente dos tercios del área afectada, y el desvanecimiento del vaso nutricio fue visible en el 100% de los casos al día siguiente del tratamiento [Figura 1]. No se registraron complicaciones ni disminución de la agudeza visual, y dos pacientes sometidos a trasplante corneal a los cuatro meses no presentaron rechazo durante el seguimiento de 12 meses. No se observaron signos de recurrencia o progresión clínica.
La neovascularización corneal es un factor de mal pronóstico que duplica la tasa de rechazo en queratoplastias con córneas previamente vascularizadas. Los tratamientos actuales, como la inmunomodulación tópica, la fotocoagulación láser y los agentes antiangiogénicos (esteroides y bevacizumab), han demostrado eficacia limitada, especialmente en casos crónicos.
Una alternativa prometedora es la quimioembolización intravascular con mitomicina C, que no solo puede inducir la regresión de la neovascularización, sino también reducir el daño corneal en infecciones crónicas como la queratitis herpética. Sin embargo, aún se deben evaluar aspectos como el riesgo de apoptosis en queratinocitos, la complejidad técnica y la posible toxicidad en la cámara anterior.
Este tratamiento ha mostrado, en estudios piloto, mejorar significativamente la neovascularización y la agudeza visual en pacientes de alto riesgo. Aunque estos resultados son alentadores, será fundamental realizar estudios con mayor tamaño de muestra y seguimiento más prolongado para confirmar su seguridad y eficacia. La quimioembolización intravascular con mitomicina C representa una valiosa alternativa para mejorar la supervivencia del injerto corneal y manejar complicaciones asociadas a patologías como la queratitis herpética.
Figura 1. A, B: Fotografías antes del tratamiento con MICE (Quimioembolización Intravascular con Mitomicina, por sus siglas en inglés) en lámpara de hendidura. C, D: Fotografías 1 mes después del tratamiento con MICE que muestran mejora en la neovascularización corneal
Referencia:
Velazquez, Daniel Chavez, et al. “Mitomycin Intravascular Chemoembolization for Corneal Neovascularization.” Cornea (2022): 10-1097.