“La educación médica no es solo un programa para desarrollar conocimientos y habilidades en sus destinatarios… También es una experiencia que crea actitudes y expectativas.”
Abraham Flexner
La educación médica, ya sea de pregrado o de posgrado, culmina en el adiestramiento clínico. Tradicionalmente, este adiestramiento se lleva a cabo en diversos escenarios del quehacer clínico, como clínicas ambulatorias y hospitales, así como en lugares designados para tal efecto dentro de estas instalaciones, tales como salones, salas de conferencias y auditorios.
La enseñanza clínica constituye la principal herramienta educativa utilizada para capacitar a los estudiantes desde el primer día en la escuela de medicina hasta la finalización de su formación. Implica la transmisión de conocimientos, habilidades y valores de profesionales de la salud experimentados a estudiantes, residentes y otros aprendices. La docencia clínica comprende la demostración y modelado de habilidades y comportamientos clínicos, la supervisión y retroalimentación sobre el desempeño del alumno, la orientación y apoyo en el desarrollo de habilidades para la toma de decisiones clínicas y la resolución de problemas, el fomento del pensamiento crítico y la reflexión, y la promoción de un entorno de aprendizaje seguro y propicio.
La enseñanza clínica eficaz es esencial para preparar a los profesionales de la salud a fin de brindar una atención de valor al paciente. Requiere una serie de habilidades, tales como la comunicación, la evaluación y la valoración. Algunos principios clave de la enseñanza clínica incluyen la teoría del aprendizaje de adultos, reconociendo que los alumnos aportan experiencia y conocimientos al proceso de aprendizaje; el aprendizaje experiencial, a través de la experiencia directa y la práctica; la retroalimentación regular y constructiva para guiar el aprendizaje y la mejora; la reflexión, animando a los alumnos a reflexionar sobre sus experiencias y aprendizajes; y la atención centrada en el paciente, enfatizando la importancia de la atención y la comunicación centradas en el paciente.
Aunque la mayoría de los médicos consideran la enseñanza como una parte intrínseca de su ocupación, pocos han tenido la oportunidad de estudiar técnicas de enseñanza o reflexionar sobre su práctica docente. Históricamente, la medicina se ha enseñado de manera didáctica, con un enfoque centrado en el profesor. La enseñanza en el entorno clínico es una tarea compleja que requiere una instrucción ágil e innovadora diariamente. No obstante, la mayoría de los profesores jóvenes inician sus carreras con poca formación formal en educación y con oportunidades limitadas para ser observados o para observar a profesores más experimentados. Estos modos de enseñanza tienden a transmitirse de una generación a otra. Desafortunadamente, a largo plazo, la enseñanza autoritaria tiende a conducir a un estado de dependencia por parte del aprendiz y no es un buen modelo para el desarrollo profesional.
La profesionalización de la enseñanza de la medicina requiere la utilización de los principios básicos de la educación de adultos en el contexto particular de la práctica médica. Según Knowles, Holton y Swanson, el aprendizaje de adultos se caracteriza por tener un propósito y los participantes se involucran voluntariamente en el aprendizaje. Necesitan metas y objetivos claros, así como retroalimentación y espacio para la reflexión. Este tipo de aprendizaje se da en un contexto de negociación. Una vez que se toma en serio el propósito del aprendizaje individual adulto y se considera el conocimiento experiencial como un recurso de aprendizaje, la noción de proporcionar un curso estándar para una audiencia homogénea se vuelve difícil de implementar. Los alumnos desearán negociar sobre la forma y el contenido de su experiencia educativa para asegurar la adquisición de destrezas y habilidades además de conocimientos.
Como se mencionó anteriormente, los educandos adultos a menudo conservan visiones tradicionales de la enseñanza y el aprendizaje derivadas de su experiencia como estudiantes. Por tal motivo, en muchas ocasiones, los alumnos tienden a ser deferentes y dependientes del profesor “experto”, lo que puede inhibir su aprendizaje activo. Si bien reconocen la relevancia de sus experiencias cotidianas para sí mismos, pueden ser reacios a ver esto como parte del aprendizaje real. Debido a sus compromisos profesionales, domésticos y de otro tipo, el esfuerzo que los adultos pueden dedicar al aprendizaje es variable e impredecible. Requieren retroalimentación sobre su esfuerzo para mantener el proceso de reflexión y superación personal.
El rol del docente clínico debe basarse en los principios del aprendizaje de adultos, lo cual puede requerir un replanteamiento de la visión del educador por parte del docente. Los modelos de atención clínica centrada en el paciente se han reformulado gradualmente desde el último tercio del siglo pasado por parte de las instituciones de salud, por lo que es necesaria una integración de la atención centrada en el paciente en la formación médica. La exposición clínica, que se da mediante el contacto de los estudiantes con los pacientes, sin una guía adecuada por parte del profesor es insuficiente para producir el aprendizaje, por lo que se requiere asegurar el involucramiento activo de los estudiantes. De allí la importancia del Aprendizaje Centrado en el Paciente (ACP) como vía para sistematizar el desarrollo, retroalimentación y evaluación de las competencias del profesional de la salud a lo largo del currículum, capitalizando cada situación o encuentro con el paciente.
La educación médica no solo se centra en la transmisión de conocimientos y habilidades, sino también en la formación de actitudes y expectativas esenciales para el ejercicio profesional. La docencia clínica desempeña un papel crucial en este proceso, ya que permite a los estudiantes aprender de manera práctica y experiencial, bajo la guía y supervisión de profesionales experimentados. Sin embargo, para que esta enseñanza sea verdaderamente efectiva, es necesario adoptar un enfoque basado en los principios del aprendizaje de adultos, que reconozca la experiencia previa de los alumnos y fomente su participación activa y reflexión crítica. La transición de un modelo didáctico centrado en el profesor a uno más interactivo y centrado en el paciente es fundamental para el desarrollo de competencias clínicas sólidas. Esto requiere una reevaluación de las prácticas docentes actuales y la integración de técnicas de enseñanza más innovadoras y colaborativas. Los docentes clínicos deben estar preparados no solo para impartir conocimientos, sino también para apoyar el desarrollo integral de sus alumnos, proporcionando un entorno de aprendizaje seguro y constructivo. La atención centrada en el paciente debe ser un componente central de la formación médica, asegurando que los futuros profesionales de la salud estén equipados para brindar una atención de alta calidad y centrada en las necesidades del paciente. Al enfocar la educación médica en estos principios, se contribuye a la formación de profesionales de la salud competentes, reflexivos y preparados para enfrentar los desafíos de la práctica clínica moderna. Este enfoque holístico en la docencia clínica no solo mejora la calidad de la educación médica, sino que también garantiza que los profesionales de la salud estén bien preparados para ofrecer una atención excepcional a lo largo de sus carreras.
En conclusión, la educación médica no se limita a la transmisión de conocimientos y habilidades, sino que también incluye la formación de actitudes y expectativas esenciales para el ejercicio profesional. La docencia clínica desempeña un papel fundamental en este proceso, permitiendo a los estudiantes aprender de manera práctica y experiencial bajo la guía de profesionales experimentados. Para que la enseñanza clínica sea verdaderamente efectiva, es esencial adoptar un enfoque basado en los principios del aprendizaje de adultos, reconociendo la experiencia previa de los alumnos y fomentando su participación activa y reflexión crítica. La transición de un modelo didáctico centrado en el profesor a uno más interactivo y centrado en el paciente es clave para el desarrollo de competencias clínicas sólidas. Esto requiere una reevaluación de las prácticas docentes actuales y la integración de técnicas de enseñanza más innovadoras y colaborativas. Los docentes clínicos deben estar preparados no solo para impartir conocimientos, sino también para apoyar el desarrollo integral de sus alumnos, proporcionando un entorno de aprendizaje seguro y constructivo. La atención centrada en el paciente debe ser un componente central de la formación médica, asegurando que los futuros profesionales de la salud estén equipados para brindar una atención de alta calidad y centrada en las necesidades del paciente. Al enfocar la educación médica en estos principios, se contribuye a la formación de profesionales de la salud competentes, reflexivos y preparados para enfrentar los desafíos de la práctica clínica moderna. Este enfoque holístico en la docencia clínica no solo mejora la calidad de la educación médica, sino que también garantiza que los profesionales de la salud estén bien preparados para ofrecer una atención excepcional a lo largo de sus carreras.